Acuña y los comicios de 2013

David Guillén Patiño.

Suena la alarma de mi celular, es hora de levantarme. Semi-dormido, enciendo el televisor, en cuya pantalla aparece el grosero rostro de uno de los conductores más populares de la televisión local, que no por ello el más calificado. Al rato, sus cacofónicos y disparatados comentarios me obligan a apagar el aparato. Antes de preparar mi café, repaso un resumen noticioso online. Después habré de asearme.

Igual que hoy, suelen transcurrir desde hace más de un año los primeros minutos de mi diario vivir en Acuña, la ciudad más septentrional del estado de Coahuila, con apenas 135 mil pobladores, de acuerdo con información oficial, pero hay quienes aseguran que la cifra rebasa ya los 160 mil habitantes, cuyos principales atractivos son la Macroplaza, un pasaje comercial y unas solitarias salas de cine.

Su gran paradoja es que, respecto del resto de las ciudades de la entidad, en esta localidad se asienta el mayor número per cápita de asociaciones religiosas, pero aun así “está dejada de la mano de Dios”, como se dice por acá, en referencia a sus ínfimos niveles de bienestar, que contrastan de manera dramática con su aparato industrial, conformado en gran parte por maquiladoras trasnacionales.

Es un secreto a voces que la debacle de este centro poblacional se recrudeció con el arribo de Alberto Aguirre Villarreal a la presidencia municipal. Lo más que el edil ha podido hacer es impulsar pequeñas obras de relumbrón y algunas acciones de bajísimo costo e impacto. Es tal su incapacidad, que hace dos años un grupo de inconformes recabó miles de firmas para promover su destitución, misma que finalmente paró en seco la dirigencia estatal del PRI, a instancias de Fernando de las Fuentes.

El caso es que los acuñenses buscan, hoy más que nunca, un cambio radical y definitivo, pero todavía no saben con certeza cómo, ni quién podría hacer detonar su prosperidad. En tanto, sigue aumentando su sensación de abandono por parte de los tres niveles de gobierno. “¡A veces ni siquiera figuramos en el mapa de Coahuila!”, me dijo con tono amargo un conocido comunicador, quejándose de la falta de compromiso con este municipio por parte de los hombres del poder político, económico y... religioso.

Por cierto, me llama la atención que a últimas fechas los medios de comunicación regionales, sobre todo la radio y la prensa escrita, comenten con inusual ahínco en torno a los perfiles de una pléyade de personajes que han dejado entrever, cada uno a su estilo, su interés en postularse como candidatos a presidir la administración local, en vista de las elecciones de 2013 para renovación de ayuntamientos.

Encuestas van y vienen; claro está, cada aspirante necesita medir su fuerza para determinar si vale la pena lanzarse al ruedo. En dichas auscultaciones se proponen al menos una docena de pretendientes a la alcaldía acuñense. Los números dicen que sólo tres aspirantes tienen posibilidades reales de llegar.

Hasta donde me he podido enterar, en casi todos los estudios de opinión el galeno Hervey Faz aparece a la cabeza en la lista de preferencias. Aún así, sus potenciales adversarios no se arredran. Todo hace pensar que el diputado local Evaristo Lenin Pérez y, por otro lado, el empresario priista Javier Navarro, han decidido jugársela. No se descarta, sin embargo, que al cuarto para las doce, el primero de ambos se adhiera, con todo y su partido (UDC), al proyecto de Hervey Faz Ríos, “el gran favorito”.

Acuña es quizás el municipio de Coahuila que más rápido se encamina hacia las próximas elecciones, síntoma, seguramente, de que le urge salir del atraso. Hoy, su escenario político está dominado por un PRI municipal dividido a más no poder, una UDC prácticamente desmantelada y un temible bloque opositor (PAN, PRD, PT y PJ) que lideraría Hervey en candidatura común, según se especula hasta en los pasillos de la presidencia, lo que ha movido al alcalde a emprender una torpe “cacería de brujas”.